miércoles, 20 de junio de 2012

Vamos de culo



Una amiga, cuyo marido se acaba de quedar en paro después de casi 20 años de profesión, periodística por cierto, me resume el actual estado de su familia con un “vamos de culo”, y se me ocurre contestarle en estos términos: “Pues mucho ánimo para vuestras posaderas. En los tiempos que corren el culo es nuestro único asidero o sustento. Saber ponerlo, saber quitarlo a tiempo, saber apretarlo y saber colocarlo, a presión si es necesario, en su sitio”.
En los actuales tiempos, el culo es la única parte de nuestro cuerpo que ha adquirido un protagonismo exclusivo. Da igual si eres hombre o mujer. No es cuestión ni de atracción física ni de sexo. Quienes dirigen, mandan, coordinan, que son los imprescindibles, a quienes ni afectan eres ni recortes y a veces ganan por mayoría a la plantilla obrera, prefieren los culos al cerebro. Si no pensamos, no les damos por culo, porque su culo debe estar protegido, reservado para quienes les sustentan y les aúpan, porque son su brazo ejecutor. Ya en este escalafón, el jefe inmediato al obrero deja de ser culo para ser brazo, con una mano que firma despidos sin pestañear, sin mala conciencia, porque para ellos el trabajador siempre sobra.
Nunca he entendido que una empresa no mime, avale y defienda sus recursos humanos. Quizá por eso no soy empresaria.
Pero a lo que iba, estoy convencida de que lo que aún  funciona de nuestro mundo es gracias a los miles, millones de culos expuestos y dispuestos. Y es por ello, que otra amiga habla de que estamos ante una sociedad de baja intensidad. Claro, es que está muy abajo nuestro sustento y valía.