sábado, 24 de diciembre de 2016

Felicidades

La recepción de la felicitación número tropecientos, me ha llevado a una ecuación mental cuyo resultado dista de la realidad, como todo lo que se imagina o piensa. Lo cierto es que estos días de felicitaciones, de buenos deseos, de besos y abrazos te pueden llevar a cometer el error de creerte que todo el mundo es bueno y que de verdad los deseos son conscientes y sentidos.
Pero vamos a ver, si hay gente con la que no he tenido relación en más de un año; si de hecho no tengo ni su número en mi lista de contactos y no hemos tenido la necesidad de buscarnos ni por su parte ni por la mía, y ahora en víspera de Navidad, te felicitan, y es más te obligan a inventarte unos buenos deseos que de manera natural no surgen. Y luego están esos 'amigos' a quienes les pediste un favor hace más de 18 meses, que los tengo contados, y de pronto también te felicitan, como si les importaras cuando les das igual, si no, te habrían hecho ese favor o habrían tenido la valentía de decirte que no puede ser.
En fin, ¡cuánto mal han hecho las redes sociales que te enganchan a gente que ya no está en la categoría de amigos o que quizá nunca lo estuvieron, y te empujan a enviar mensajes de buenos deseos en fechas señaladas, aunque en el fondo te da igual si su día especial es mejor o peor! A ver, no es que les desees algo malo. No. Pero es que las redes te obligan a acordarte de quien no te acuerdas de forma natural y espontánea.
Si es lo mismo que cuando decimos buenos días. Porque ¿estamos pensando de verdad en que esa persona tenga un buen día? Oye, que si lo tiene, genial, pero al final son palabras sin sentimiento, sin consciencia.
Por todo ello, echo de menos el género epistolar, esas felicitaciones de cartón llenas de nacimientos, de árboles repletos de bolas que comprabas habiendo seleccionado previamente esa corta lista de personas con las que no tienes relación desde hace años pero de quien te acuerdas en plena consciencia, sin copiar y pegar mensajes para enviar a bulto. Así no... 
Y todo este rollo no es más que para felicitar la Navidad de forma sincera, sentida y consciente a todos esos contactos que hoy y ayer y mañana estáis pululando por las redes pulsando la tecla de ‘me gusta’ a mis publicaciones. Gracias, y Feliz Navidad. Y lo digo lúcida y haciendo acopio de responsabilidad y franqueza.