miércoles, 12 de diciembre de 2012

Solidaridad

Llevo unos días pensando en el triste destino al que está abocada mi generación.
Se oyen tantas cosas feas, desilusionantes de tanta gente conocida, contemporánea que no puedes emitir un sonido o un pensamiento optimista.
Ahora más que nunca me preocupa el futuro, mi futuro y el de las personas que me rodean y me cuentan sus frustraciones.

Sin embargo, pese a la preocupación y el desasosiego, me quiero quedar hoy con las magníficas novedades que ha introducido esta estúpida etapa de crisis. Aunque se hable también de crisis de valores, estamos asistiendo a escenas en las que cientos de ciudadanos se solidarizan con un vecino, con una familia, para paralizar un desahucio.

Si esto es digno de Nobel, no lo es menos el sorprendente y magnífico protagonismo que están adquiriendo nuestros progenitores, que lejos de vivir con la tranquilidad que dan los muchos años trabajados y las muchas penurias para tener un medio desahogo que les sirva de aval para la etapa casi final de sus vidas, están arrimando el hombro como si tuvieran que volver a fichar en la empresa.

Hay cientos, miles diría, de familias en este país que viven apaciguadas, respaldadas por la pensión de los abuelos. Y esos mismos abuelos son los que vemos reivindicando en muchas de las manifestaciones que se celebran por todo el país. Más implicación y solidaridad es imposible. Enhorabuena.

Confiemos en que todo lo que estamos viviendo sea flor de un día, de unos pocos años, que pasarán mañana y que esta generación mía salga adelante y no tenga que dejar de apoyarse en sus padres para seguir haciéndolo a costa de los hijos.

Pero hoy, hoy me quedo con la demostración de solidaridad.