viernes, 15 de enero de 2016

Resistencia

Deberíamos agradecer a la gran Lola Flores esa mítica frase que dice 'si me queréis, irse', a la que hoy me agarro para reunir unos cuantos nombres de personas públicas, tan distintas como distantes y a la vez unidas por verse envueltos en causas judiciales. Hay que ver que, en este caso, lo que surgió separado, la justicia ha unido, aunque sólo sea por coincidencia en el tiempo.
Pedro Gómez de la Serna, Cristina de Borbón y Artur Mas son tres claros ejemplos de resistencia ante la voz unánime que pide que se vayan o se alejen. Se trata de una resistencia, en el sentido más triste de la palabra porque en otro tiempo se aplicaba a gestos valientes, que les está proporcionando peor rédito que la inteligente decisión de abandonar puesto y privilegios en el primer momento. Creo firmemente que una buena retirada a tiempo puede ser un gran éxito.
A Mas, aunque se pueda tomar como 'postureo', su reciente abandono del Parlamento catalán, se produce a contra pie, justo cuando finalmente tiene que ceder la presidencia de la Generalitat para permitir la puesta en marcha de la nueva legislatura, atrancada desde las elecciones de septiembre de 2015.
Le ha costado. Su empecinamiento, el suyo y el de todos los citados, no puede verse como un gesto de enfrentamiento a una acusación injusta, sino como una cabezonería irracional, cuando no un salvoconducto. Pero ya no está y tendrá que dar la cara ante la causa abierta por esa supuesta consulta ilegal y también por la implicación del partido que preside en el caso Palau y el de la comisión del 3%.
Ahora, lo de Cristina de Borbón no hay por dónde cogerlo. Después de apartarla de la Casa Real, de quitarle el título de duquesa y de vivir el desaire de parte de su familia, resistirse a renunciar a sus derechos dinásticos, es mucho más que terquedad, es como morir matando, cuando, a no ser que haya un diluvio universal y sea elegida para entrar en el arca, difícilmente tendrá acceso a la Corona. Hay, entre hermanos y sobrinos, una buena cola antes que ella y sus hijos.
Y luego está el diputado recién devuelto al Congreso Pedro Gómez de la Serna, sobre el que hay sospechas de cohecho, blanqueo, corrupción en transacciones internacionales e incluso organización criminal, ahí es nada. Pero el buen señor se sienta tan fresco en su escaño, después de que hasta su partido le dé de lado y mostrando la jeta de darse de baja del PP, como si fuera víctima de un agravio.
Muy mal los tres, porque desde luego no aman las instituciones que les han aupado ni los ciudadanos representados por éstas, aunque saco una conclusión más triste si cabe: Si esas mismas instituciones a las que pertenecen estos feos ejemplos de personajes públicos no tienen ni el carácter ni la fuerza suficiente para provocar su desvinculación, apaga y vámonos.
Y en las próxima semanas, contemplaremos la propia resistencia de Rajoy, a quien yo le diría que, visto el final de Mas, cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
Así que al ‘si me queréis, irse’,  se podría sumar la famosa exigencia de Aznar: ’Váyase, señor González’ que, actualizada, quedaría: ‘Váyase, señor Rajoy’.