martes, 16 de abril de 2013

Crisis estética

Estoy encantada con esta ‘mierda’ de crisis. Me he quitado de encima tanto compromiso, tanta obligación, que no, que no tengo un duro, pero qué gusto de no tener tampoco el gasto.

Antes iba al gimnasio. En fin, qué os voy a contar… una pasta que me permitía bajo el lema ‘Porque yo lo valgo’, pero claro no era sólo el gimnasio, eran las zapatillas que más me subían el culo y que se podían combinar con el atuendo deportivo, también especial, porque me eliminaba tripa, y me subía el culo.

Antes iba, mínimo una vez al mes, al gabinete de estética, que si limpieza de cutis, que si depilación de cejas, masajes… y encima la esteticista-dependienta me ‘colocaba’ cremas que estiraban, despigmentaban, hidrataban… e incluso algunas me subían el culo.

Bueno, de depilaciones láser, ni hablamos. Se acabó. Ni en la cara, ni en el culo.

Luego está la condena de teñirse mensualmente las canas. Claro, cuanto mejor llevas el pelo, menos se fijan en tu culo. Así que cada dos por tres me iba a ponerme en manos de mi ‘rupert’ particular.

Ahora, una vez eliminadas todas mis citas estéticas, el deporte que practico es ir andando a  hacer la compra a cinco kilómetros porque he encontrado un supermercado con un productos de limpieza tirados de precio, y después de ir cargada, cinco kilómetros con las bolsas, me pongo a limpiar la casa… eso sí, con el culo apretado.

Me he dejado crecer los pelos. Total, si ya no tengo vida social, y a mí no me dan asco. Y respecto de los otros pelos, los he dejado al libre albedrío, con un color natural, que va del marrón chocolate al gris.

Ya no me compro cremas y, la verdad, la única diferencia es la económica. Si es que ya lo dice el refrán, “no hay mal que por bien no venga”. Claro que cuando acabe la crisis, a ver quién levanta todo lo que se me haya caído!


Nota: Como en las películas, los hechos aquí relatados son fruto de la ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.