lunes, 28 de octubre de 2013

La torpe lucha contra ETA

A ver, a mí que nadie me haga mucho caso, pero el jaleo formado con la decisión del Tribunal de Estrasburgo de declarar la ‘doctrina Parot’ contraria a los derechos humanos no es más que un eslabón en la cadena de torpezas que a lo largo de la democracia española ha jalonado la lucha antiterrorista. Y digo esto porque yo creo que el Gobierno español se sacó de la manga una jurisprudencia que flaqueaba tanto que ha tenido que tumbarla un tribunal que vela por los derechos humanos. Ahí es nada. Me inicié en el periodismo impactada por la gigantesca polémica derivada del descubrimiento de que el Estado le hacía la guerra a ETA con sus propias armas, el tristemente famoso GAL. Aquello fue y aún es lo más grave e inaceptable de aquella lucha antiterrorista. Sin embargo, tras pasar también, después, por escándalos relacionados con fondos reservados, con malversación de fondos públicos, con supuestos chivatazos y faisanes, tirar por tierra esa doctrina Parot, cuyo objetivo era mantener en la cárcel a los asesinos múltiples e reincidentes, esos que parecían gozar con el macabro oficio de apretar el gatillo de aquel que no pensara como él, mejor dicho, que pensara simplemente, porque les cabe poco raciocinio a quienes reivindican armados y por la espalda, es la última viñeta del cómic en el que el Estado ha convertido esta lucha. No debo arremeter contra los gobiernos que han intentado frenar la crueldad terrorista, porque los malos son los otros, pero torpeza y la urgencia de la política ejecutada vuelven a dejar en carne viva el dolor de los verdaderos sufrientes. Por eso, las víctimas, supervivientes de sí mismos, más que gritar su impotencia deberían sentirse orgullosas de que ETA ya no esté, porque el triunfo es de ellos, y no de los sucesivos gobiernos que han tenido y tienen la infinita obligación de protegerles y defenderles. Sí, ETA se rindió, pero no fue porque el Estado le ganara la batalla, ya que la historia reciente nos demuestra que no ha dado pie con bola, fue porque las víctimas, sus desconsoladas familias, sus vecinos y paisanos se opusieron con sus lágrimas, su vergüenza y su ira. Eso sí es el mejor ejemplo del verdadero triunfo de una inmensa mayoría silenciosa.

lunes, 21 de octubre de 2013

Cine y bufones

Ayer, en el programa El Objetivo, de La Sexta, informaron a quienes quieren escuchar y aprender en este país, que desgraciadamente no hay tantos como son, que el cine español se lleva en subvenciones del Gobierno central 79 millones de euros (año 2012) . En contraposición, los indeterminados y hasta anónimos asesores que trabajan para las distintas administraciones públicas de este país se llevan alrededor de 850.000.000 de eurazos. En fin, no voy a decir que en este país vuelve a priorizarse lo que no es importante ¿a qué no?, porque además, aunque yo prefiero mil millones de veces antes el cine español y sus directores y actores que a los chupatintas que se ponen tras un político en actitud de vasallo, lo cierto es que los actuales asesores, sobre todo los adscritos al Gobierno central son unos auténticos bufones que están haciendo el papel de su vida. Otra cosa no, pero risa, lo que se dice risa, saben producirla y de qué manera. Me encantaría, por encima de cualquier otro, conocer a ese que asesoró a De Cospedal sobre el despido diferido. Vamos, de Goya. Goya al Mejor Actor Revelación, Goya al Mejor Guión Original y yo diría que hasta Goya al Mejor Maquillaje. Fabuloso, de verdad. Así que el ministro de Cultura y su jefe, el señor presidente de Gobierno, pensarán para sí, ¿cómo vamos a subvencionar el cine español con lo que entretienen nuestros asesores? Y yo estoy de acuerdo, porque lo otro sería tirar el dinero. ¡Vaya tela!

lunes, 14 de octubre de 2013

Ya soy mayor

No sé cuándo, pero un día, y de eso no hace mucho, me di cuenta de que me había hecho mayor. Puede que fuera un día de esos que preferí resguardarme del frío, aunque nunca antes me habían molestado las temperaturas adversas. Ahí empieza todo, en ese momento en que devoras con avidez el programa de El Tiempo como si la predicción te salvara de tener mañana una jornada horrible. Cuando se es joven, da igual. Es más, no se siente frío ni calor y te atreves con una camiseta de tirantes en pleno invierno bajo el abrigo. Tiempo después, y sin darte cuenta, llegas al punto en el que estás aferrado al mando de la televisión esperando a que el Gran Wyoming anuncie los minutos de publicidad para pasarte a la Primera, a ver si llegas a tiempo de enterarte del tiempo. Hay otros síntomas inequívocos de que te haces mayor sin ser consciente todavía de ello. Por ejemplo, cuando en la perfumería se empeñan en regalarte muestras de crema anti-edad o cuando un niño de la edad de los propios se dirige a ti como ‘señora’. También es muestra de los años cuando sin necesidad ninguna te quedas mirando la página de cumpleaños del periódico y ves que hay famosos que son de tu quinta cuando le hubieses echado alguna década más encima… aunque lo mismo esa falta de tino responde sólo al regusto de que el actor o la actriz tenga alguna desventaja contigo, es como decir "sí, sí eres famosa, guapa y delgada, pero te jodes que eres más vieja". Hasta que un día te das cuenta de que la has alcanzado. No me quejo, prefiero la crema anti-edad y a la delgadísima meteoróloga diciendo que mañana me voy a tener que poner guantes hasta en las orejas, que esforzarme por ser lo que no soy. Así que, de momento, no me quito años, pero no diré que nunca lo haré porque si algo me ha enseñado la edad es que no se pueden mantener opiniones ni afirmaciones absolutas durante toda la vida.