miércoles, 18 de diciembre de 2013

Bienvenidos al Club del Intrusismo

La pasada semana se armó cierto revuelo por conceder a la empresas particulares funciones propias de las fuerzas de seguridad del Estado. Ahora, según la nueva ley de Seguridad privada, aún no aprobada, un vigilante de un centro comercial puede identificarme, cachearme y hasta detenerme. No sé cómo se sentirán los policías y guardias civiles al comprobar cómo personas con una formación muy inferior a la suya van a realizar sus tareas. Entiendo que no les gustará nada. Es una descarada forma de intrusismo, que permite que algunos trabajadores desempeñen funciones para las que no están preparados. Esto me recuerda a lo que pasa con frecuencia en el periodismo, donde personas licenciadas en Derecho, Historia, Filología, Económicas… deciden, por esos macabros caprichos de la vida, que no van a ser economistas, abogados, historiadores y filólogos, sino periodistas, pero saltándose la formación académica exigida. Y no estoy hablando de esos que se sientan en tertulias televisadas a hablar de famosos y pseudofamosos. Esos sólo son la versión actualizada de las cotorras de patio de vecinos. Este intrusismo ha ‘jodido’ y mucho el periodismo. Sin embargo, en estos momentos de mi vida con lo que más me cuesta lidiar es con la inmensa competencia que un periodista licenciado tiene en el mercado laboral. Ese profesional sólo puede optar a las ofertas de trabajo que piden específicamente titulados en Ciencias de la Información, aunque pudiera desarrollar tareas propias de otras titulaciones. Por ejemplo, un responsable de Recursos Humanos de una empresa puede ser psicólogo, economista o abogado, pero no periodista. Entiendo perfectamente que sea así, lo que no entiendo ni quiero es que todos ellos puedan denominarse periodistas sin tener la formación y, lo más grave, sin intentarlo nunca. No se trata de saber escribir, sino de saber contar como si no existieras, lo que lleva implícito una gigantesca dosis de moralidad que te enseñan y que la práctica te exige, así que zapatero a tus zapatos. Si patética es esta situación, más lo es el inútil papel de los colegios profesionales. Nunca jamás han hecho nada por evitar esta injusticia. Es más, algunos incluso han abierto la veda para que los aficionados del periodismo se colegien con el fin único y aberrante de sumar almas a sus filas. He de admitir que conozco periodistas sin el título que ejercen con responsabilidad y honor la profesión, pero su incapacidad por el motivo que sea para ganarse la licenciatura en décadas me impide abrazarlos, aunque, jamás pondría el codo para impedir su entrada a una rueda de prensa. Sin embargo, quizá por ello, sólo quizá, el periodista es ese trabajador que se deja llevar por el vaivén de la actualidad, una actualidad que le come y le anula como persona, que limita la visión de su realidad individual, que ciega su capacidad para reivindicar y dignificar su profesión, quizá es ese trabajador que baja la cabeza en las comparecencias públicas sin preguntas y el que consiente que les escriban las cuestiones que ha de plantear. En fin, a lo que iba, señores policías y guardias civiles, bienvenidos al club del intrusismo. Por mi parte, por ponerme acorde con el absurdo y el esperpento que me circunda, pido que a la hora de cachearme venga un efectivo de esos que aparecen con el torso desnudo en los calendarios, porque a mí, si han de sacarme la barra de pan trincada en el centro comercial, que sea con profesionalidad, que de aficionados está el mundo lleno.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Mandela, el último héroe

En estos momentos, aún no silenciados los aplausos, las voces de admiración y las lágrimas por la muerte de Nelson Mandela, tengo la sensación de que su desaparición como hombre deja la estela de un héroe, quizá el último de esos héroes, personajes únicos, que han labrado los surcos que marcan hitos en la historia. A mí Mandela me resulta una referencia lejana en el tiempo y el espacio, pero no por ello deja de conmoverme su legado. Las grandes transformaciones de la humanidad han sido protagonizadas por iluminados como el líder sudafricano, por gente valiente que piensa en el colectivo antes que en sí mismo y se rebela contra el poder establecido, contra las costumbres cimentadas sobre siglos y, sobre todo contra quien maneja las armas. En la escuela, te cuentan que el primer revolucionario de la historia fue Jesús de Nazaret, quizá el mayor visionario por propugnar aquello del amor al prójimo, muy admirable si no hubiese tenido tantos malos herederos. Después, oías hablar de las gestas de Gandhi, Luther King, Che Guevara…Todos ellos han hecho historia y nosotros vivimos aquí apaciblemente el resultado de sus hazañas. También entiendo que para que hayan héroes debe existir previamente una situación de humillación, vergüenza, violencia o injusticia. Tal vez por ello escasean tanto por estos lares, por pensar ciegamente que nuestro mundo no los necesita, mientras dejamos que su trono sea ocupado por personajes que la historia jamás recordará o recordará mal y que en el mejor de los casos dejarán como señal el nombre de una calle en su ciudad natal. Estoy absolutamente convencida de que los héroes siguen haciendo falta, incluso en el primer mundo, donde las injusticias y la violencia existen aunque no nos parezcan graves porque las víctimas representan una minoría. Es curioso que en este momento de la sociedad nadie aspire a ser un héroe. A mí me hubiese gustado serlo, pero ya no. También, como todos, elegí vivir tranquila. Pude permitírmelo porque tenía el gran cobijo del legado de héroes como Mandela.

jueves, 5 de diciembre de 2013

En el paro, no parada

Hoy, me he levantado reivindicativa. Así que pido, exijo más bien, y de forma vehemente, que cuando el Gobierno presente cifras del paro que a mí no me incluya. Porque a ver, qué es estar en el paro o estar parada ¿no tener a alguien que te exija y te dirija? ¿No tener un horario? ¿No hacer un esfuerzo físico o mental? Pues yo estoy en el paro y no vivo en el paraíso de la relajación, el bienestar y la holgazanería. Y es que desde el minuto en que me levanto, siempre antes de las nueve de la mañana (lo que ya es un gran triunfo para mí), empiezo a correr, que si las camas, que si la comida, que si la lavadora, que si la compra… Y cuando creo que lo tengo todo controlado, me siento, tomo el libro de 600 páginas, que se me atragantó en el mes de julio, y ya en la primera línea empiezan a asomar unas migas de pan de debajo de la mesa. Las muy ‘hijaputas’ sólo aparecen cuando me apodero del sofá, hasta entonces están escondidas. Así que, lo siento, pero no puedo, dejo el libro, saco la aspiradora y, ya que estoy, la paso por toda la casa, no vaya a ser que las migas tengan más compañeras repartidas por debajo de armarios y camas. Y de esta forma se me hace la hora de comer todos los días, momento en el que empieza el ritual, de tenerlo todo preparado para aquellos que vuelven tras su jornada laboral o escolar. En cuanto entran por la puerta, comienza la tortura con preguntas tipo ¿me has buscado en el ordenador la vida de García Lorca? ¿Me has cosido el pantalón? ¿Me has planchado la camisa? Y es sólo en ese instante cuando pienso, ¿parada? Parada estaba yo cuando iba todos los días a trabajar. Ah, y no pongas el telediario a la hora de comer, porque entonces aparece el Gobierno hablando de brotes verdes, mientras tú ves las macetas chuchurridas en la ventana, porque sólo quedan 4.800.000 parados. Así que el Ministerio de Empleo me tendrá fichada como parada, pero yo trabajo, estoy activa y comprometida con lo que en estos momentos me toca. Eso sí, de vez en cuando (un día sí y otro no), me pongo la armadura y declaro la guerra a las migas de pan, a la ropa sucia y a todo. Y ese día se lo dedico a proyectar y a contar cosas a quien quiera oírme. A mí, el paro no me va a ganar ni tampoco el libro de las 600 páginas… ¡ya sólo me quedan cien!

lunes, 28 de octubre de 2013

La torpe lucha contra ETA

A ver, a mí que nadie me haga mucho caso, pero el jaleo formado con la decisión del Tribunal de Estrasburgo de declarar la ‘doctrina Parot’ contraria a los derechos humanos no es más que un eslabón en la cadena de torpezas que a lo largo de la democracia española ha jalonado la lucha antiterrorista. Y digo esto porque yo creo que el Gobierno español se sacó de la manga una jurisprudencia que flaqueaba tanto que ha tenido que tumbarla un tribunal que vela por los derechos humanos. Ahí es nada. Me inicié en el periodismo impactada por la gigantesca polémica derivada del descubrimiento de que el Estado le hacía la guerra a ETA con sus propias armas, el tristemente famoso GAL. Aquello fue y aún es lo más grave e inaceptable de aquella lucha antiterrorista. Sin embargo, tras pasar también, después, por escándalos relacionados con fondos reservados, con malversación de fondos públicos, con supuestos chivatazos y faisanes, tirar por tierra esa doctrina Parot, cuyo objetivo era mantener en la cárcel a los asesinos múltiples e reincidentes, esos que parecían gozar con el macabro oficio de apretar el gatillo de aquel que no pensara como él, mejor dicho, que pensara simplemente, porque les cabe poco raciocinio a quienes reivindican armados y por la espalda, es la última viñeta del cómic en el que el Estado ha convertido esta lucha. No debo arremeter contra los gobiernos que han intentado frenar la crueldad terrorista, porque los malos son los otros, pero torpeza y la urgencia de la política ejecutada vuelven a dejar en carne viva el dolor de los verdaderos sufrientes. Por eso, las víctimas, supervivientes de sí mismos, más que gritar su impotencia deberían sentirse orgullosas de que ETA ya no esté, porque el triunfo es de ellos, y no de los sucesivos gobiernos que han tenido y tienen la infinita obligación de protegerles y defenderles. Sí, ETA se rindió, pero no fue porque el Estado le ganara la batalla, ya que la historia reciente nos demuestra que no ha dado pie con bola, fue porque las víctimas, sus desconsoladas familias, sus vecinos y paisanos se opusieron con sus lágrimas, su vergüenza y su ira. Eso sí es el mejor ejemplo del verdadero triunfo de una inmensa mayoría silenciosa.

lunes, 21 de octubre de 2013

Cine y bufones

Ayer, en el programa El Objetivo, de La Sexta, informaron a quienes quieren escuchar y aprender en este país, que desgraciadamente no hay tantos como son, que el cine español se lleva en subvenciones del Gobierno central 79 millones de euros (año 2012) . En contraposición, los indeterminados y hasta anónimos asesores que trabajan para las distintas administraciones públicas de este país se llevan alrededor de 850.000.000 de eurazos. En fin, no voy a decir que en este país vuelve a priorizarse lo que no es importante ¿a qué no?, porque además, aunque yo prefiero mil millones de veces antes el cine español y sus directores y actores que a los chupatintas que se ponen tras un político en actitud de vasallo, lo cierto es que los actuales asesores, sobre todo los adscritos al Gobierno central son unos auténticos bufones que están haciendo el papel de su vida. Otra cosa no, pero risa, lo que se dice risa, saben producirla y de qué manera. Me encantaría, por encima de cualquier otro, conocer a ese que asesoró a De Cospedal sobre el despido diferido. Vamos, de Goya. Goya al Mejor Actor Revelación, Goya al Mejor Guión Original y yo diría que hasta Goya al Mejor Maquillaje. Fabuloso, de verdad. Así que el ministro de Cultura y su jefe, el señor presidente de Gobierno, pensarán para sí, ¿cómo vamos a subvencionar el cine español con lo que entretienen nuestros asesores? Y yo estoy de acuerdo, porque lo otro sería tirar el dinero. ¡Vaya tela!

lunes, 14 de octubre de 2013

Ya soy mayor

No sé cuándo, pero un día, y de eso no hace mucho, me di cuenta de que me había hecho mayor. Puede que fuera un día de esos que preferí resguardarme del frío, aunque nunca antes me habían molestado las temperaturas adversas. Ahí empieza todo, en ese momento en que devoras con avidez el programa de El Tiempo como si la predicción te salvara de tener mañana una jornada horrible. Cuando se es joven, da igual. Es más, no se siente frío ni calor y te atreves con una camiseta de tirantes en pleno invierno bajo el abrigo. Tiempo después, y sin darte cuenta, llegas al punto en el que estás aferrado al mando de la televisión esperando a que el Gran Wyoming anuncie los minutos de publicidad para pasarte a la Primera, a ver si llegas a tiempo de enterarte del tiempo. Hay otros síntomas inequívocos de que te haces mayor sin ser consciente todavía de ello. Por ejemplo, cuando en la perfumería se empeñan en regalarte muestras de crema anti-edad o cuando un niño de la edad de los propios se dirige a ti como ‘señora’. También es muestra de los años cuando sin necesidad ninguna te quedas mirando la página de cumpleaños del periódico y ves que hay famosos que son de tu quinta cuando le hubieses echado alguna década más encima… aunque lo mismo esa falta de tino responde sólo al regusto de que el actor o la actriz tenga alguna desventaja contigo, es como decir "sí, sí eres famosa, guapa y delgada, pero te jodes que eres más vieja". Hasta que un día te das cuenta de que la has alcanzado. No me quejo, prefiero la crema anti-edad y a la delgadísima meteoróloga diciendo que mañana me voy a tener que poner guantes hasta en las orejas, que esforzarme por ser lo que no soy. Así que, de momento, no me quito años, pero no diré que nunca lo haré porque si algo me ha enseñado la edad es que no se pueden mantener opiniones ni afirmaciones absolutas durante toda la vida.

lunes, 30 de septiembre de 2013

'No soy de derechas'

Llevo unas semanas que cuando me decido a meter baza sobre algún asunto de actualidad, surge otro que me inspira más. Todo empezó con la celebración de la Diada de Cataluña y la cadena humana a favor del independentismo y demás. Lo cierto es que no opiné en su día porque realmente a mí me da igual que los habitantes de un territorio de una nación digan libremente no quiero estar ahí. Yo es que no enarbolo la bandera de España jamás, ni siquiera cuando el Mundial de Fútbol, y en calidad de este desarraigo que presumo y que me encanta porque me hace más libre, creo que cuando mayoritariamente se elige marcharse, romper los lazos con tu pareja, lo mejor es no resistirse con provocaciones y con críticas que efectivamente alientan las ganas de salir corriendo. Esto no sé por qué me recuerda a esas parejas en las que él quiere dejar la relación y ella opta por quedarse embarazada para comprometerlo… Al final, no sale bien porque las uniones deben ser libremente decididas por todas las partes y no obligadas. Yo aquí sólo apuntaré que Cataluña me parece una tierra magnífica y que me encantaría que este conflicto territorial se quedara en agua de borrajas. Luego apareció en escena lo del Toro de la Vega, como si éste hubiese sido el primer año de celebración de tan macabra fiesta. No, a mí no me gusta, pero tampoco el escarnio público al que han sometido a los participantes de tal festejo. Y deben ser ellos quienes decidan eliminar este evento o convertirlo en otra fiesta donde no haya un toro alanceado. Si total, para tomarse unas cervezas y exhibirse no hace falta toro de por medio… lo digo por experiencia. Y finalmente lo que más me inspiró, lo que más me animó, fueron las declaraciones del Papa: ‘No soy de derechas’. Toma, ni yo. Es que los de derechas están más cerca de esos que arremeten contra Cataluña y sus ciudadanos por plantear su independentismo y se sienten menos incómodos cuando se alancea a un toro. Pero del ideal político del Papa sólo apuntar que a mí no me extraña para nada. Lo artificioso, lo antinatural es que la Iglesia sea tan sumamente conservadora e inmovilista, que sea tan incapaz de predicar con el ejemplo y que esté tan cerca del pecado como un ser humano cualquiera. En fin, que amar al prójimo no es un pensamiento de derechas. Ah y del debate sobre si el heredero de la Corona debe sustituir a su padre mientras está convaleciente, no digo nada. Una es española, pero no sabe de todo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Madrid 2020, una lección

No me siento decepcionada porque antes de resolver el asombro por la expectación creada ante la presentación de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020 ya se había anunciado que se quedaba fuera de la competición frente a Estambul y Tokio. Enhorabuena a los japoneses, aunque tampoco sé si debo porque a mí me parece que organizar unas Olimpiadas es un marronazo. A ver, vamos por partes. Creo que la decisión del Comité Olímpico Internacional debe llevarnos a una reflexión colectiva porque me da a mí que esto de las corrupciones políticas e institucionales y de ese chanchulleo made in Spain para llegar más rápido a cualquier meta, como el temita del doping, es perfectamente llevadero y digerible dentro de nuestras fronteras, en fin, la fea fuerza de la costumbre, pero ya salir al extranjero con ese cinismo que niega lo evidente, lo visible y lo lógico es harina de otro costal. Ahí fuera no engañamos a nadie. Luego otro detalle de todo este asunto que me ha dado escalofríos es la osadía de creernos el ombligo del mundo y de presentarnos ante la mirada internacional, así, sin anestesia, sin paracaídas, porque yo lo valgo. No, señores representantes de la candidatura española, están ustedes rodeados de asesores que cobran un dineral y que no deben dejarles salir al ruedo hablando de que Madrid es ideal para tomarse un café con leche, claro, ¡y para jugar una partida de chinchón! Esos mismos asesores, además, deberían aconsejarles que si no se defienden bien en inglés, algo que debería estar obligado en un gobernante, pues que se ciñan a su idioma natal que al fin y al cabo es uno de los más hablados del mundo. Y ya por último, la tabarra que han dado los medios de comunicación con la presentación. Vamos, ni que fuera el acontecimiento del siglo. Han sido tantas horas de tantos días hablando de Madrid 2020 que han hecho creer al menos interesado que estábamos ante la salvación del país y de nuestras almas. Por favor, un poquito de mesura, que ya que no nos dan pan que tampoco nos den circo. Lo siento de verdad por los deportistas españoles porque imagino que para ellos jugar en casa habría sido el mejor de los alicientes. Pero solo lo siento por ellos. No lo siento ni por quienes ya estaban pensando en hacer el agosto y el negocio, como ya es típico, habitual y diariamente aceptado de puertas para adentro, pero no de puertas para fuera. Nos han dado una lección. Yo tomo nota.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Ni empleos cutres ni empleados disfrazados

En los últimos tiempos, he leído muchas elucubraciones acerca de cómo mostrar un currículo, de cómo redactar una carta de presentación y de cómo comportarte ante una entrevista de trabajo. Todos los autores te ofrecen consejos gratuitos y, según ellos, eficaces para obtener éxito en el proceso de búsqueda de trabajo. A ver, yo lo leo por si encuentro la varita mágica, pero vamos son todo palabras y frases manidas, rutinarias y de sentido común, porque muchos de esos consejos intentan que el candidato se comporte únicamente de forma educada. Me parece realmente estúpido leer que el postulante no debe suplicar o no debe dar respuestas largas a las preguntas del seleccionador o debe ir vestido con traje de chaqueta. ¡Qué haga lo que quiera! Mientras no se rasque los huevos o eructe, si es que tiene la costumbre de hacerlo, me parece que lo lógico es esperar que nadie se disfrace ni haga un sobreesfuerzo por mostrar quien no es. Y es que si de la parte de los seleccionadores se exige un mínimo de decoro, digo yo que los candidatos se merecen el mismo o más por encontrarse en una situación que precisa de solidaridad y de todo el respeto del mundo para que, por poner un ejemplo así de simple, no le ofrezcan 400 euros por un puesto de trabajo. Esto pasa, pasa todos los días y a todas horas, igual que te ofrezcan un contrato de dos horas para trabajar ocho, seis en negro, claro. Así es que, aunque sea autóctono de este país lo de fingir y simular, nos iría a todos mejor si dejáramos el cine a los profesionales y no nos mintiéramos con empleos cutres ni empleados travestidos. Yo, desde aquí, prometo no volver a incrementar mi nivel de inglés en el currículo.

domingo, 18 de agosto de 2013

Muy del PP

Este verano me obsesiona mucho la idea de que este país no tiene solución o tiene una solución muy lejana en el tiempo. Cuando esa convicción empieza a desvanecerse me llega sin pedirlo ni buscarlo un nuevo dato que reconfirma y refuerza tal afirmación. Así que no puedo bajar la guardia porque en cuanto eso ocurre otra decepción me sacude hasta dejarme nuevamente sin esperanza. Me llega la noticia de que en la búsqueda de candidatos para cumplimentar un organigrama, un personaje tan ávido de poder como tan falto de experiencia y trayectoria, propone una terna completa de posibles, algunos de ellos destacados por sus grandes conocimientos de varios idiomas, otros por sus publicaciones científicas y otros por ostentar cátedra. Sin embargo, de todos ellos resaltaba el perfil de un candidato del que se decía ‘Muy del PP’. Los otros, desde luego, también lo eran, pero este en concreto era el más meritorio para el puesto por esa simple, estúpida e inútil condición. Claro, simple, estúpida e inútil para cualquier país civilizado y desarrollado, no para repúblicas bananeras. Fue tal el abominable asco que me produjo la expresión que ya no pregunté quién había salido elegido. Así que acto seguido, para consolar mi desilusión y mi tristeza me puse en contacto con dos embajadas para buscar un trabajo en un país donde no se mire el carné político ni si tienes las tetas grandes. En ambos casos, tengo la partida perdida.

domingo, 11 de agosto de 2013

Nadal for president

Acaba de ganar Rafael Nadal otra vez. Es un tipo al que admiro. Y conste que cada día soy más exigente con las cualidades del candidato susceptible de ser admirado, al tiempo que noto que la cosecha se empobrece y da más aguachirri que caldos de calidad. Por eso, cuando contemplas a un tipo que suda la camiseta, que se reinventa después de una temporada de lesiones, que lucha como un jabato y que le fastidia perder, me pregunto por qué este modelo humano no opta nunca por la política, ¿por qué no llega a la cúspide de un partido político y se convierte en un gobernante? ¿Por qué a los peleones les da por dedicarse al deporte? ¡Con la falta que tenemos los ciudadanos de personas fuertes, casi invencibles, capaces de provocar ilusión, y siempre nos toca en suerte a gente aburrida, con poco músculo! En la misma portada del periódico que consulto para enterarme de las novedades, me encuentro a Nadal mordiendo su nuevo trofeo y a Rajoy enseñando canillas. No hay color. Y claro, llega el Fondo Monetario Internacional y dice hay que bajar los sueldos, y en vez de discutirlo nuestro presidente se mirará las canillas y se encogerá de hombros, pero si fuera Nadal le lanzaría una bola que les taparía la bocaza hasta que tuvieran una propuesta nueva y espectacular. Porque lo de bajar sueldos está muy visto, es lo fácil, un set corto y sin aplausos. En fin, como se suele decir, ¡siempre se van los mejores! Y en este caso, se van a ganar grandes campeonatos, los otros se quedan para gobernar países.

miércoles, 26 de junio de 2013

Argem muere, viva Argem!


Argem desaparece. Y como si de un obituario se tratara, es el momento de decir lo buena que ha sido mientras ha estado. Pero con la excepción de que es cierto que Argem ha hecho un trabajo imprescindible y necesario.

La Agencia de Energía de esta Región ha destacado por embarcarse en proyectos innovadores y por organizar eventos únicos, y esto ha tenido tanta repercusión fuera como dentro de las fronteras regionales.

Argem se creó para promover las energías renovables y también para sensibilizar a la población en el ahorro energético. No creo que haya nadie en esta Región que pueda referirse a este campo sin nombrar a la Agencia, que tiene entre sus logros introducir el concepto de eficiencia energética, que ahora ya no, pero hace unos pocos años sonaba a chino mandarín.

Entre sus proyectos innovadores están instalaciones de energías renovables que en el momento de su desarrollo supuso colocar una pica en Flandes porque estaba todo por hacer. Ha tocado todos los palos, energía solar fotovoltaica y térmica, biomasa, energía eólica… Es probable que nadie ahora lo recuerde pero detrás del miniparque eólico de la Universidad de Murcia estuvo Argem, y de la instalación de energía solar térmica del Hospital Morales Meseguer. Sus proyectos de producción de frío a través de la energía solar y su apuesta por el biodiesel en el transporte y también como combustible para generadores eléctricos forman parte de su extenso curriculum, granado a lo largo de más de una década.

Pero además ha trabajado intensamente en iniciativas sobre biomasa, donde ha estado al pie del cañón hasta el último día. Siempre, cuando el creador muere, le sobreviven sus obras. En el caso de Argem, quedarán como parte del paisaje urbano algunas de sus instalaciones, no para siempre pero sí al menos para alimentar su recuerdo durante algunos lustros.

La Semana de las Energías Renovables, el Congreso Internacional de Energías Renovables y más recientemente la Solar Race son los eventos que forman parte del curriculum de esta Agencia.

También es cierto que ha contado casi siempre con una plantilla trabajadora, responsable y completamente convencida de que el camino emprendido era el mejor posible.

Argem deja huérfanos no sólo a esa plantilla, sino a empresas, organizaciones, colegios profesionales, ayuntamientos, asociaciones, universidades… Toda la sociedad regional ha tenido en momentos concretos de su trayectoria alguna vinculación con la Agencia.

Yo también soy una huérfana. Me he ocupado en ocasiones, muchas menos de las que hubiese deseado, de la comunicación de esta Agencia. El trabajo de este organismo era una constante inspiración y disfruté mucho contribuyendo a promover y difundir las energías renovables y la eficiencia energética.

Todo se puede hacer mejor, pero Argem lo ha hecho bastante bien, y muchas veces no ha sido fácil. En fin, se va porque le ha tocado, pero no porque sobre.

jueves, 30 de mayo de 2013

Réquiem por La Opinión de Murcia

Hoy no es día para chistes. Quince compañeros de La Opinión de Murcia se van a la calle (uno aún no lo sabe). He compartido con muchos de ellos una gran redacción, desde la que hacíamos un periodismo decente, digno, veraz. No se puede pedir mucho más.

El periodista no es un trabajador cualquiera, el periodista es el profesional que va esculpiendo todos los días con aportaciones casi mínimas la historia de su entorno. Por eso cuando un periodista se queda sin firma, quedan para siempre sus noticias, y eso ni el monstruo ERE se lo puede cargar.

Sin embargo, pese a la grandeza de su labor, cuando un periodista se va a la calle, cuando un periódico se queda con una redacción minimalista en la que faltan departamentos tan básicos como el de fotografía, no hay prensa, ni quiera la competidora, que lo critique. ¿Por qué? Nunca he entendido la razón, pero sé que falta corporativismo y, por supuesto, hay demasiada cobardía, esa cobardía inexistente a la hora de denunciar a otras empresas, a los políticos, a delincuentes… como si el periodista fuera peor. El otro día Maruja Torres contaba que ante su marcha de El País sólo el 15 por ciento de sus compañeros de dentro y de fuera se solidarizaron con ella. Y es Maruja Torres, ojo. ¿Qué otra cosa podemos esperar?

La Opinión de Murcia se hunde, aunque siguen en la redacción grandes profesionales, dudo mucho que la sobrecarga pueda favorecer un periodismo de calidad. Los que os quedáis sois buenos, pero como tengáis que recabar información, hacer la calle, atender llamadas y hasta rellenar la agenda y pintar las nubes en el mapa del tiempo, os queda poco espacio diario para la reflexión y el contraste que cada noticia precisa. Todo mi ánimo, porque también dudo mucho que la cúpula, intacta de nuevo, desde hace demasiados años, se remangue. La cúpula está para lo único que ha demostrado saber hacer, echar a los profesionales a la calle.

Menos mal que ahora sí, en la calle, hay más dignidad que en muchas empresas e instituciones. En las calles de este país hay más profesionalidad que en ninguna otra calle del mundo.  De buenas a primeras, no es tan mal sitio, mucho mejor, que esos lugares llenos de mediocres a quienes les cuesta hacer la o con un canuto.

jueves, 9 de mayo de 2013

Comunicar y abortar

Vaya lío se está formando el Gobierno de este adormilado país con el tema del aborto. Es tal el embrollo mental y dialéctico, que sólo viene a reforzar la idea de que esta etapa debería ser tapiada. Eso o recrear el periodo con libros, películas y, sobre todo, cómics, para que quede grabada en la memoria de todos como un periodo que no debemos repetir.

No sé qué es peor, si este caricaturesco Gobierno de pantallas de plasma, de declaraciones y despidos diferidos, o su aparato de comunicación ¿Es que no tienen periodistas, comunicadores formados, que les digan a todos estos licenciados en Derecho, que no sé dónde se sacaron la carrera, que piensen dos veces lo que van a contar a los ciudadanos?

No, no tendrán a profesionales con amplitud de miras en sus filas, tendrán más bien acólitos que presumen de saber escribir. Pues ahí va otra reflexión:  Es preferible apoyarse en quienes saben, que en quienes te babean.

Todo esto viene porque este Gobierno no da una. La última es la reforma de la Ley del Aborto. ¡Vaya cruce de declaraciones estúpidas! Escucho comparar aborto con terrorismo, abortistas con analfabetas, y feto con persona. A ver, abortar no es un vicio ni un placer, no es como hacerse un tatuaje o una liposucción. Es una urgencia, una dramática decisión, que dudo mucho sea plato de gusto para nadie.

No le deseo a ninguna mujer, ni conocida ni desconocida, que se vea en el brete de tener que tomar esa decisión, pero llegado el caso, sí que les deseo la posibilidad de que lo haga en libertad, y un Estado de Derecho debe garantizarla. Ya lo de opinar si se debe o no abortar, cada uno, en su casa.

viernes, 3 de mayo de 2013

¿Cómo se hace un curriculum?


Llevo semanas, meses ya, dándole vueltas a las alternativas, posibles oportunidades y salidas profesionales por las que debo apostar en estos momentos en los que se tambalea mi actual puesto de trabajo.

Tengo que empezar de cero. Me he hecho una lista y en primer lugar figura ‘actualización de curriculum vitae’, bueno más bien reelaboración completa. Hace tanto tiempo que no busco trabajo, que lo que vendía de mis capacidades profesionales hace casi dos décadas ya no vale. A mí personalmente me huele a rancio.
                                                                                                                           
No pondré mucho entusiasmo, la verdad. Conozco a tanta gente que lleva años enviando curriculum sin ninguna respuesta que no creo que sirva de mucho. Tampoco sé lo que sirve. Es lógica la incertidumbre, cuando no hay demanda, da igual lo que ofrezcas.

En cualquier caso, he reflexionado sobre el asunto y he llegado a alguna conclusión, triste, pero suficientemente convincente para desviar tiempo y energía a tareas más gratificantes y más eficaces. Creo que da igual si eres licenciado, si has empleado cientos de horas en realizar cursos para reciclarte y renovar hábitos, si sigues estudiando, por ejemplo, idiomas y si te has convertido en experto de tu profesión por tu extensa trayectoria.

Da igual que lleves, por ejemplo, veinte años de trabajo y pese a los cambios de empresa, nunca te hayan despedido, ni te hayan siquiera abierto un expediente disciplinario por mala conducta.

Da igual también que nunca hayas abandonado tu puesto de trabajo sin terminar la tarea encomendada, aunque eso haya supuesto regalar horas extra.

Da igual que nunca jamás te hayas escaqueado de un trabajo y que hayas cumplido con horarios y exigencias aunque lo que te pedía el cuerpo es hacer un corte de mangas y te hayas aguantado.

Da igual que no tengas absentismo, que hayas acudido a la empresa con gripe, con hemorroides o en plena lactancia materna.

Da igual que seas un gran compañero y que sepas trabajar en equipo.

Da igual que tengas una agenda y contactos en un word que pese una giga.

Da igual que tus ideales políticos y religiosos no te hayan impedido nunca cumplir con tus responsabilidades…

¿Cómo se pone esto en un curriculum? ¿Quién se lee los curriculum? ¡Qué me presenten a ese tío!

martes, 16 de abril de 2013

Crisis estética

Estoy encantada con esta ‘mierda’ de crisis. Me he quitado de encima tanto compromiso, tanta obligación, que no, que no tengo un duro, pero qué gusto de no tener tampoco el gasto.

Antes iba al gimnasio. En fin, qué os voy a contar… una pasta que me permitía bajo el lema ‘Porque yo lo valgo’, pero claro no era sólo el gimnasio, eran las zapatillas que más me subían el culo y que se podían combinar con el atuendo deportivo, también especial, porque me eliminaba tripa, y me subía el culo.

Antes iba, mínimo una vez al mes, al gabinete de estética, que si limpieza de cutis, que si depilación de cejas, masajes… y encima la esteticista-dependienta me ‘colocaba’ cremas que estiraban, despigmentaban, hidrataban… e incluso algunas me subían el culo.

Bueno, de depilaciones láser, ni hablamos. Se acabó. Ni en la cara, ni en el culo.

Luego está la condena de teñirse mensualmente las canas. Claro, cuanto mejor llevas el pelo, menos se fijan en tu culo. Así que cada dos por tres me iba a ponerme en manos de mi ‘rupert’ particular.

Ahora, una vez eliminadas todas mis citas estéticas, el deporte que practico es ir andando a  hacer la compra a cinco kilómetros porque he encontrado un supermercado con un productos de limpieza tirados de precio, y después de ir cargada, cinco kilómetros con las bolsas, me pongo a limpiar la casa… eso sí, con el culo apretado.

Me he dejado crecer los pelos. Total, si ya no tengo vida social, y a mí no me dan asco. Y respecto de los otros pelos, los he dejado al libre albedrío, con un color natural, que va del marrón chocolate al gris.

Ya no me compro cremas y, la verdad, la única diferencia es la económica. Si es que ya lo dice el refrán, “no hay mal que por bien no venga”. Claro que cuando acabe la crisis, a ver quién levanta todo lo que se me haya caído!


Nota: Como en las películas, los hechos aquí relatados son fruto de la ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

viernes, 8 de marzo de 2013

La moda me ataca

Una de mis aficiones es mirar escaparates. Algo gratuito y muy aconsejable porque despierta anhelos y deja volar la imaginación haciendo cábalas y pensando en voz baja lo bien que me quedaría esa falta con tal camisa o esos botines con tal pantalón.

Sin embargo, últimamente los escaparates también me atacan. He de reconocer que me estoy quedando algo obsoleta porque no entiendo las últimas tendencias.

Desde que inventaron el vestido de invierno de manga corta, ando algo aturdida.
El aturdimiento llegó al trastorno cuando aparecieron los jerseys de cuello alto sin mangas. Así que se acabó eso de hacerse la perezosa y dejar la depilación de axilas para el verano.

No sé en qué época se impusieron los pantalones de talle bajo. ¡Virgen del amor la de huchas que he visto con esta moda! Y si ya los complementas con el calzoncillo o la goma del tanga sobresaliendo… me quedo sin palabras. ¡Es tan fino!

Luego, surgieron como si nada los leggins, colonizando silenciosamente todo tipo de cuerpos, anchos, desmesurados o disecados (es el adjetivo que utiliza mi madre para designar a alguien muy delgado). Y se hicieron con el público y con todas las estaciones del año. Son tan comunes en invierno como en verano. Reconozco que caí rendida, pero sólo en las estaciones del frío.

Bueno, bueno y ya los vaqueros cortos con medias debajo… innombrables, quizá porque a mí no me quedan bien, ahora, que tampoco he probado.

Y digo que los escaparates me agreden porque la moda de esta temporada viene cargadita de botas. Botas para el verano murciano. Toma castaña. Qué cómodo y fresquito. Hoy me he encontrado con unas que ya rizan el tirabuzón, son botas altas aunque el pie va descubierto porque en la base tienen forma de chancla. Menudo jaleo para encajar los dedos y luego calzar la pierna. Pues a mí que no me esperen, yo si tengo que innovar con las chanclas, que les pongan cuña, pero de ahí no paso.

No estoy en contra de ninguna moda, pero es que a veces parece ir en contra de la elegancia y la comodidad. Donde se ponga una mujer con un vestido que le favorezca y  unos zapatos  acorde, aunque sean del año de la polka, o una prenda que resalte sus cualidades, cualquiera que tenga, se quitan las innovaciones incompatibles con el clima y la gastronomía local, que suele tender a mojetes que hacen engordar.

Ah, y aviso a navegantes, con esto de la muerte de Chávez, se ve mucho chándal, pues ya lo advierto, conmigo que no cuenten si se pone de moda… que yo ya tengo los leggins!

miércoles, 20 de febrero de 2013

Poder opinar

En este país en el que se echa a familias de sus casas, en el que se abandona a dependientes, este país que se contonea como una puta salida ante ladrones, no de gasolineras ni se supermercados, sino del pan de parados y pobres, en este país colonizado por pillastres, ladronzuelos y holgazanes de primero de Infantil, cuyo único arte es el de robar el bocadillo de los recreos a sus compañeros, en este país, digo, también falta ahora la libertad de opinar.

¿Por qué una actriz como Candela Peña, reconocida como la mejor actriz de reparto en los Premios Goya, no puede aprovechar su momento de gloria para criticar lo que le dé la gana? No insultó a nadie, lamentó los recortes en sanidad y educación y, que yo sepa, no descubrió la pólvora. ¿Es verdad o no es verdad que ha habido recortes? Si nos enredamos en los flecos, perdemos la visión de lo fundamental.

¿Por qué una actriz como Maribel Verdú, que lleva trabajando en el cine desde que era una niña, no puede dedicar su premio como mejor actriz a las víctimas de los desahucios, a los desamparados? Porque es rica, dicen algunos, de la misma forma que no pueden hablar ‘comunistas’ como Víctor Manuel y Ana Belén. Pues digo yo que después de años de trabajo, se han ganado ser ricos, vivir bien. ¿No es a lo que aspiramos todos? Ah, no, eso es solo privilegio de quienes roban y después se van a Canadá a practicar ‘heliesquí’ tras asegurar el dinero en cuentas de Suiza, que quedarán purificadas con amnistías hechas a medida.

Hay gente en este país que se aprovecha de la proyección de su familia o de la de su partido para llevárselas de calle, pero hay otra mucha, afortunadamente, muchísima, que se las lleva después de haberlas sudado.

En fin, si hay libertad de expresión para ponerse delante de la sociedad y mentir ¿podrá haber libertad de expresión para quienes trabajan en espacios públicos? ¿Podrá reivindicar Javier Bardem a los olvidados del Sáhara? ¿Podrán los cineastas criticar la subida del IVA?

Nada, tres días después de la gala de los Goya mucha de la prensa de este país ha encontrado el gran filón para despistarnos como lectores criticando a los actores. Han dedicado más páginas a lo que libremente opinaron que a los trabajos que les ha hecho merecedores de sus premios. Da miedo que nos quieran liar. Resulta todo muy tenebroso y borroso como la etapa negra de Goya.

 No obstante, hay una verdad emocionante en todo, los premiados pasarán a la historia del cine, e incluso sus papeles quedarán impregnados en muchos momentos de disfrute de los espectadores, mientras que quienes ahora les critican por decir lo que piensan, que son los mismos que protegen a quienes se las llevan sin escrúpulos, sin pudor y sin dignidad, no dejarán rastro. Existencias imprescindibles las de unos, prescindibles la de los otros.