domingo, 11 de agosto de 2013

Nadal for president

Acaba de ganar Rafael Nadal otra vez. Es un tipo al que admiro. Y conste que cada día soy más exigente con las cualidades del candidato susceptible de ser admirado, al tiempo que noto que la cosecha se empobrece y da más aguachirri que caldos de calidad. Por eso, cuando contemplas a un tipo que suda la camiseta, que se reinventa después de una temporada de lesiones, que lucha como un jabato y que le fastidia perder, me pregunto por qué este modelo humano no opta nunca por la política, ¿por qué no llega a la cúspide de un partido político y se convierte en un gobernante? ¿Por qué a los peleones les da por dedicarse al deporte? ¡Con la falta que tenemos los ciudadanos de personas fuertes, casi invencibles, capaces de provocar ilusión, y siempre nos toca en suerte a gente aburrida, con poco músculo! En la misma portada del periódico que consulto para enterarme de las novedades, me encuentro a Nadal mordiendo su nuevo trofeo y a Rajoy enseñando canillas. No hay color. Y claro, llega el Fondo Monetario Internacional y dice hay que bajar los sueldos, y en vez de discutirlo nuestro presidente se mirará las canillas y se encogerá de hombros, pero si fuera Nadal le lanzaría una bola que les taparía la bocaza hasta que tuvieran una propuesta nueva y espectacular. Porque lo de bajar sueldos está muy visto, es lo fácil, un set corto y sin aplausos. En fin, como se suele decir, ¡siempre se van los mejores! Y en este caso, se van a ganar grandes campeonatos, los otros se quedan para gobernar países.

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