miércoles, 20 de febrero de 2013

Poder opinar

En este país en el que se echa a familias de sus casas, en el que se abandona a dependientes, este país que se contonea como una puta salida ante ladrones, no de gasolineras ni se supermercados, sino del pan de parados y pobres, en este país colonizado por pillastres, ladronzuelos y holgazanes de primero de Infantil, cuyo único arte es el de robar el bocadillo de los recreos a sus compañeros, en este país, digo, también falta ahora la libertad de opinar.

¿Por qué una actriz como Candela Peña, reconocida como la mejor actriz de reparto en los Premios Goya, no puede aprovechar su momento de gloria para criticar lo que le dé la gana? No insultó a nadie, lamentó los recortes en sanidad y educación y, que yo sepa, no descubrió la pólvora. ¿Es verdad o no es verdad que ha habido recortes? Si nos enredamos en los flecos, perdemos la visión de lo fundamental.

¿Por qué una actriz como Maribel Verdú, que lleva trabajando en el cine desde que era una niña, no puede dedicar su premio como mejor actriz a las víctimas de los desahucios, a los desamparados? Porque es rica, dicen algunos, de la misma forma que no pueden hablar ‘comunistas’ como Víctor Manuel y Ana Belén. Pues digo yo que después de años de trabajo, se han ganado ser ricos, vivir bien. ¿No es a lo que aspiramos todos? Ah, no, eso es solo privilegio de quienes roban y después se van a Canadá a practicar ‘heliesquí’ tras asegurar el dinero en cuentas de Suiza, que quedarán purificadas con amnistías hechas a medida.

Hay gente en este país que se aprovecha de la proyección de su familia o de la de su partido para llevárselas de calle, pero hay otra mucha, afortunadamente, muchísima, que se las lleva después de haberlas sudado.

En fin, si hay libertad de expresión para ponerse delante de la sociedad y mentir ¿podrá haber libertad de expresión para quienes trabajan en espacios públicos? ¿Podrá reivindicar Javier Bardem a los olvidados del Sáhara? ¿Podrán los cineastas criticar la subida del IVA?

Nada, tres días después de la gala de los Goya mucha de la prensa de este país ha encontrado el gran filón para despistarnos como lectores criticando a los actores. Han dedicado más páginas a lo que libremente opinaron que a los trabajos que les ha hecho merecedores de sus premios. Da miedo que nos quieran liar. Resulta todo muy tenebroso y borroso como la etapa negra de Goya.

 No obstante, hay una verdad emocionante en todo, los premiados pasarán a la historia del cine, e incluso sus papeles quedarán impregnados en muchos momentos de disfrute de los espectadores, mientras que quienes ahora les critican por decir lo que piensan, que son los mismos que protegen a quienes se las llevan sin escrúpulos, sin pudor y sin dignidad, no dejarán rastro. Existencias imprescindibles las de unos, prescindibles la de los otros.