miércoles, 20 de julio de 2022

Chismes

El chisme es la herramienta de comunicación de los analfabetos, de los ignorantes, de los mediocres y de los/las malvadas.
Somos un país de chismosos. Hay que asumirlo pero sin hacer exhibiciones, porque evidentemente no es una virtud. Es un pecado, a veces mortal.
Si vas con un chisme en la boca es una forma de mostrar tu capacidad intelectual (entre escasa y nula), tu caladura moral (casi ninguna), tu poca vida (aburridísima) y lo poco apto que eres para el mundo (prescindible). 
Con los chismes, a lo largo de la historia, se ha mentido, se han levantado falsos testimonios y se han aireado intimidades de otros. Es juego sucio cuando no puedes, ni sabes, ni quieres pelear en igualdad de condiciones, quizá porque la neurona viva que te queda te advierte de que aquel, aquella, que tienes en la diana, es más listo, lista, que tú.
El chisme parte de la envidia y de la maldad. Pero aunque el retrato del chismoso es de un realismo fiel y se le ve a la legua su estupidez incurable, el de quien saborea y regurgita el chisme como un camello, es decir, el que rumia el chisme y le da cuerpo y vida, tiene un perfil muy variado. Habitualmente no es ni buena gente ni un erudito, pero puede tener un gran estatus, lo que ya de por sí dice bastante de esa persona sobre su compromiso, su responsabilidad y su dignidad. 
Nadie está libre de los chismes, ni de protagonizarlos ni de difundirlos. Y esto ha ocurrido durante tantos siglos que lo situaría en la etapa en la que el ser prehistórico comenzó a emitir algún zumbido, incluso diría que el chisme es la reminiscencia actual de los primeros sonidos emitidos por el hombre primitivo.
He sido testigo del uso que algunas personas han hecho del chisme para prosperar, para atraer y para caer en gracia sabiendo que se saliva ante éste con una voluptuosidad sin parangón. El fin no es otro que hacer daño. Eso sí, es una herramienta maligna pero de idiotas y para idiotas. No sirve para el alto espionaje ni para la toma de decisiones trascendentales, es solo entretenimiento para quienes tienen tiempo de sobra y no saben que se puede coger un libro para leer o ver una serie, incluso, y más beneficioso, exfoliarse los talones, que luego nos ponemos unas sandalias y se ven la mar de feos. 
El chisme hay que diferenciarlo del cotilleo, aunque figure como sinónimo. También lo son el comadreo, el chismorreo, la patraña y, cómo no, el bulo, que es materia prima de las fake news, un perverso vicio de esta sociedad, que calumnia e incluso derroca, aunque desgraciadamente no a quien las produce.
El chisme, los bulos y las fake news son de cobardes, además de mermados sociales. Lastran, hacen perder el tiempo pero afortunadamente, la verdad flota. Da igual cuándo y dónde, la verdad flota como un chaleco salvavidas y se resiste a que se la traguen del todo las olas y, claro, las hordas.

viernes, 1 de julio de 2022

Drogas

He leído que hay drogas para enamorar. En espray, te lo aplicas a la altura de la nariz y ¡alejop! caen rendidos o rendidas. 

Al final, tenemos que recurrir a las drogas para todo, para salir de la cama, para calmar tu alma, para el dolor de cabeza, para controlar el colesterol... y ahora también para enamorar.

Sin embargo, me parece más práctico una pastillita para dejar de odiar y, sobre todo, para ser respetuoso. El día que logremos la droga para permitir y favorecer que los demás hagan, dentro de los límites de los derechos, es decir, sin fastidiar al prójimo (que eso también es muy de los Mandamientos de la Ley de Dios), lo que les venga en gana, habremos dado un salto en la evolución que nos llevará a Marte sin transbordador espacial.

Así, países como Estados Unidos, panacea de las libertades, no volverán a abrir debates frentistas sobre aborto sí o aborto no. Porque en la inmensa mayoría de los casos no es una decisión alegre tipo: ¡uy, esta mañana me he levantado con ganas de practicarme un aborto! Todo lo contrario, es una alternativa que las mujeres, en un porcentaje que roza el cien por cien, le gustaría esquivar.

Que unos jueces o un gobierno decida qué hacer con tu cuerpo es otra forma de estupro. Y siempre, siempre, es el de la mujer el que está en constante discusión ¿por qué costará tanto respetarlo? ¿por qué se le tendrá tanto miedo?

De igual manera, no logro encontrar la razón de por qué tengo que asumir y doblegarme ante las ideas conservadoras, incluso retrógradas, de determinadas fracciones sociales, y estas mismas no pueden ni siquiera respetar las mías porque son opuestas a las suyas. En fin, la discriminación ideológica no es nueva y ya es costumbre que los grupos de poder se impongan pese a la protesta, pese a las mujeres.

Los hombres que deciden sobre nosotras deben tener alguna tara, algún temor, alguna herida. Los hombres que se meten con las mujeres no son los que nos hacen progresar, ni los que hacen el mundo mejor, más equilibrado y justo. Ojalá existiera una droga para aislarlos. A esa me apunto sin mirar los efectos secundarios.

De momento, tendremos que conformarnos con las drogas comunes, las que nos quitan el dolor, mientras los hombres que no conocen nuestro cuerpo, aunque hayan salido de él, ni respetan nuestras decisiones, sigan haciéndonos daño, un daño contra el que en este momento no existen pastillas, ni siquiera una tirita.