martes, 28 de marzo de 2017

Excusas

Yo misma creo necesitar excusas para escribir en este blog, que tengo abandonado, aunque como es mío no está sujeto a imposiciones y, como es para mi propio regocijo, tampoco a obligaciones. De hecho, he encontrado distintas a lo largo de estas últimas semanas para escribir, pero a veces las excusas se quedan en lo que son, una razón menor, un argumento frívolo. Para que estas alcancen la categoría de motivo tienen que encontrarme con ganas y convencida.
Sin embargo, reconozco que algunas de las excusas que me inspiraban momentáneamente para escribir se difuminaban tan sólo con tiempo. Además, eran del mismo nivel y debilidad que las que otros necesitaban para salir a la palestra a darse de tortazos. Y cito ejemplos, los más recientes.
Frente al televisor me topo con unos padres que se lían a puñetazos por algún ridículo percance durante un partido de fútbol en el que juegan sus hijos, muy pequeños. Quería escribir sobre ello, era una excusa estupenda para salir en tromba y advertir de que el padre es el primer referente de un niño, el ejemplo a seguir incluso durmiendo, y terminar diciendo que si la competitividad nos la lleváramos a cambiar este mundo, si la energía fuera entubada hasta intentar equilibrar este planeta, de aquí, de la Tierra, no nos echaba nadie. Con esta muestra y con cientos más, tengo serias dudas de que subsistamos. Abandoné la intención y reduje a máxima potencia las ganas de escribir sobre ello.
Hay excusas, muy tontas, muy flojas, para salir a atacar a quienes piensan diferente. Sobre esto también pensé en escribir. Nos sirven unas palabras sacadas de contexto o una opinión rebelde para tirarnos en plancha al espacio público con los cañones relucientes y reclamar además que todos nos acompañen. Precisamente, el supuesto veto a la película 'El guardián invisible' por las desafortunadas palabras, sin gracia, de una de las actrices sirvieron para que algunos no sólo pidieran que no fuéramos al cine y enarbolaran la bandera patria, sino para desgraciar el plan de ver el thriller contándonos el final. Ojalá supiera yo los resultados de los partidos de fútbol, de Gran Hermano… para compensarles. También, renuncié a esta excusa y aproveché mi tiempo en ir a ver la película.
Otro día, vi por las redes un vídeo en el que un borracho ruso golpeaba al personal de un centro sanitario y salieron las hordas de xenófobos, probablemente ebrias también, criticando la inmigración, que si nos roban el trabajo, viven a cuerpo de rey, se aprovechan de nuestra sanidad, de nuestra educación y encima nos maltratan. No era un inmigrante, era un ruso en algún lugar de Rusia. Por las mismas fechas, unas imágenes del atentado en Londres muestran a una chica ataviada con velo hablando por teléfono mientras un herido era atendido, otra excusa para propagar el bulo de que, como era musulmana, pasaba de las víctimas. Sólo tranquilizaba a los suyos explicando que estaba bien. Aunque no es comparable, sirve también otro ejemplo: en la tele unos niños interfieren divertidos en la entrevista a su padre en la BBC. Todo el mundo creyó que la mujer que intentaba llevarse a los críos era la niñera por su origen asiático. Dale una corta excusa a un corto prejuicioso, de esos que no se han leído un libro en su vida y el mundo se derramará con desvarío y avaricia. Algún día se lo tragarán los océanos. Igualmente, dejé que la excusa para escribir sobre ello se fuera. Seguro que al día siguiente o en diez escasos minutos tendría otra contra tanto malicioso estereotipo y tanto enemigo del diferente.
Y ahora la última excusa, la que me ha empujado a escribir hoy, la de un 'periodista' apartando, placando, empujando a otra periodista para que no hiciera una pregunta incómoda a un político. Sin embargo, aunque esta vez sí ha sido para mí la razón de volver a este blog, no voy a decir nada. 
La verdad es que no necesito excusas para escribir, sólo las necesitan los siniestros personajes que viven ansiando una ínfima coartada para sacar a pasear sus trastornos.