viernes, 8 de marzo de 2013

La moda me ataca

Una de mis aficiones es mirar escaparates. Algo gratuito y muy aconsejable porque despierta anhelos y deja volar la imaginación haciendo cábalas y pensando en voz baja lo bien que me quedaría esa falta con tal camisa o esos botines con tal pantalón.

Sin embargo, últimamente los escaparates también me atacan. He de reconocer que me estoy quedando algo obsoleta porque no entiendo las últimas tendencias.

Desde que inventaron el vestido de invierno de manga corta, ando algo aturdida.
El aturdimiento llegó al trastorno cuando aparecieron los jerseys de cuello alto sin mangas. Así que se acabó eso de hacerse la perezosa y dejar la depilación de axilas para el verano.

No sé en qué época se impusieron los pantalones de talle bajo. ¡Virgen del amor la de huchas que he visto con esta moda! Y si ya los complementas con el calzoncillo o la goma del tanga sobresaliendo… me quedo sin palabras. ¡Es tan fino!

Luego, surgieron como si nada los leggins, colonizando silenciosamente todo tipo de cuerpos, anchos, desmesurados o disecados (es el adjetivo que utiliza mi madre para designar a alguien muy delgado). Y se hicieron con el público y con todas las estaciones del año. Son tan comunes en invierno como en verano. Reconozco que caí rendida, pero sólo en las estaciones del frío.

Bueno, bueno y ya los vaqueros cortos con medias debajo… innombrables, quizá porque a mí no me quedan bien, ahora, que tampoco he probado.

Y digo que los escaparates me agreden porque la moda de esta temporada viene cargadita de botas. Botas para el verano murciano. Toma castaña. Qué cómodo y fresquito. Hoy me he encontrado con unas que ya rizan el tirabuzón, son botas altas aunque el pie va descubierto porque en la base tienen forma de chancla. Menudo jaleo para encajar los dedos y luego calzar la pierna. Pues a mí que no me esperen, yo si tengo que innovar con las chanclas, que les pongan cuña, pero de ahí no paso.

No estoy en contra de ninguna moda, pero es que a veces parece ir en contra de la elegancia y la comodidad. Donde se ponga una mujer con un vestido que le favorezca y  unos zapatos  acorde, aunque sean del año de la polka, o una prenda que resalte sus cualidades, cualquiera que tenga, se quitan las innovaciones incompatibles con el clima y la gastronomía local, que suele tender a mojetes que hacen engordar.

Ah, y aviso a navegantes, con esto de la muerte de Chávez, se ve mucho chándal, pues ya lo advierto, conmigo que no cuenten si se pone de moda… que yo ya tengo los leggins!