viernes, 10 de enero de 2014

Año nuevo, vida...

Se acabó la Navidad, aunque yo siga comiéndome los restos de mazapán y algunos nostálgicos se empeñen en decir que hasta ‘San Antón Pascuas son’. A mí me gusta la Navidad. En fin, cada uno tiene sus vicios. Quizá me guste porque me da la excusa perfecta para ponerme hasta las trancas o quizá porque motiva que quede con gente que no es habitual de mi agenda. Sin embargo, en esta ocasión he respirado aliviada cuando se ha esfumado por la misma chimenea de la que año tras año espero que caiga algún regalo sorprendente, es decir, ni zapatillas de casa ni collares. He acabado muy harta y muy desilusionada de que siempre sea lo mismo. Así que para romper la tradición he decidido no hacerme ningún propósito para 2014. Ni voy a dejar de fumar, ni de decir tacos ni de criticar a amigos y enemigos. Tampoco voy a apuntarme a yoga ni mucho menos a inglés, total para pillar alguna palabra suelta en una canción lenta de Adele…No pienso cambiar en nada. Porque ¿para qué? Si nada cambia a mi alrededor. Ya hemos empezado el año y seguimos hablando de la ley del aborto y del caso Nóos, es decir, de restricciones a los derechos y de corrupción. Estamos en el mismo punto y tengo la sensación de que vivo atrapada en un bucle. En fin, no puedo decir eso de año nuevo, vida nueva. Así que voy a seguir dándole al mazapán que, de momento, es lo único que me deja buen sabor de boca.

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