Y luego sale el señor presidente, a destiempo aunque prescindiendo de pantallas de plasma, a achacar la pérdida de votos con una obviedad simplona a problemas de comunicación… y yo añadiría, de valentía. ¡Hay que ver cuánto ejercicio de control de su información cuando son tan poderosos!
Así que la primera conclusión es que estos comicios dejan a los ganadores flaqueando y a los perdedores aspirando. Precioso (es ironía) papel que le están dando a Ciudadanos, quienes van a tener que ser unos verdaderos e inteligentes estrategas para apoyar el mantenimiento de los vencedores sin perder el aval recibido a su candidatura y acabar como UPyD.
La segunda es que los ciudadanos tienen hartura, tienen un limite y se han manifestado, muchos de ellos sin miedo al coletas ni a regímenes bolivarianos ni a tontadas parecidas, aunque, que nadie pase por alto que hay seis millones de personas a las que ‘se la pela’ la corrupción, la mala gestión o los recortes. Por tanto, sinceramente, la pérdida de votos es poco castigo para la devastación alcanzada. Así que tampoco hay que descorchar el champán.
La tercera y para mí principal consecuencia es el adiós al absolutismo, el principal y más vil vicio de la democracia. Aquí sí sacaría el champán o ‘el gaitero’. Ahora, aquel que quiera gobernar tendrá que pactar, negociar y acordar. Se acabó la tiranía del ‘porque yo lo valgo’. Es mi esperanza, mi ilusión y mi sueño.
Se acabó el rodillo, se acabó tirar por tierra cada una de las propuestas de la oposición sin leerlas, se acabaron las triquiñuelas, los atajos, amañar concursos para colocar a enchufados, contratar a asesores de consejeros a través de organismos satélites, pagar viajes o mobiliario innecesarios a través de fundaciones… Si alguno de los ganadores en esta Región lee esto, sabrá de lo que hablo y, si no, se lo puedo explicar con datos.
Pese a todo, y como diría Manuela Carmena, creo en la reinserción, por lo que mi mejor deseo es que los ganadores que han perdido comiencen la etapa de retirada a los cuarteles de invierno, ya que atisbo el momento de iniciar la regeneración verdadera, de hacer acto de contrición y cambiar. Y, aunque haya quienes opinen que los nuevos se corromperán igual y empezarán a colocar a los suyos, estoy convencida de que mientras llegan, se acomodan y conocen los mecanismos de funcionamiento pasará un tiempo virginal en el que podremos degustar derechos como la igualdad, la libertad y la dignidad. Brindo por ello.
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