miércoles, 2 de diciembre de 2020

Coincidentes

Me dice una amiga a modo de piropo: “qué gusto encontrar iguales en el mundo”. Se me queda enganchada esta frase y me taladra, sin dolor, hasta el punto de dedicarle un hermoso espacio en todos los sentidos (grande, en murciano). Y es verdad, qué gusto da encontrarte con pensamientos hermanos, con reflexiones de otros que combinan bien en vocabulario y tono con las tuyas, con opiniones que se acoplan armónicamente, como si una expresión mía fuera buscando a su media naranja en el oído de otra persona o viceversa. Como si todas las palabras que emitimos formaran en verso correteando tras la rima. 
Cuando doy con una similitud, espanto cualquier señal de soledad en un planeta en el que cada día es tan difícil toparse con la verdad o algún sucedáneo o marca blanca (ya nos conformamos con menos) que nos reconforte. Yo ya me apaño con cierta claridad. La mentira o el bulo, que son espirales en forma de tifón arrasador, se han instalado en nuestras vidas como la mascarilla y cuesta apartarlos para que no te llegue el tufo.
Es complicado encontrar un alma melliza, que no gemela, que coincida contigo, y cuando eso ocurre, aunque no tengáis nada más en común, es una rareza maravillosa que celebramos abriendo los ojos y aplaudiendo con los labios. Es música.
Ya sólo leo ficción, tiene más realidad y sinceridad que la calle que se ve desde cualquier ventana. Supone un esfuerzo desesperante encontrar entre tanto mantra sectario y verborrea malintencionada una certeza, una frase con rigor, un juicio inteligente. Muchos hemos caído en la trampa de adorar la lucidez y el criterio con el fin de distinguir lo auténtico pero se hace difícil en una atmósfera inundada por la turbia calima.
Hemos sustituido el raciocinio por el ruido o por el chiste simplón, por la crítica descarnada hacia todo lo que se mueve o por las sentencias ridículas.
Y da gusto, mucho, que coincidamos en reconocer, señalar y separar frases bellas, inteligentes, rigurosas, a veces severas, que nos ayuden a condenar sin dudas los gestos machistas, la xenofobia ante los éxodos en patera, la rabia ante el abandono de refugiados y excluidos... Encontramos coincidentes la mayor parte de las veces en asuntos que son detestables, y en ese instante de reconocimiento al unísono sientes que has rozado la verdad. 
En esa batida por tropezarte con tus semejantes vas marcando distancias insalvables con personas a las que te unen tantas experiencias, tantos años, tanta relación (a veces sanguínea) que supone desgajarse de uno mismo, pero hay que soltar amarras, y yo lo hago, bloqueo, huyo y utilizo la pandemia para crear mi propio perímetro de seguridad, la mayoría de veces con silencio que rompo sólo cuando escucho al coincidente.
Al final todos buscamos el abrazo y el abrigo, la coincidencia y el respaldo, buscamos trenzarnos con otros con los que sólo tienes en común una idea, una opinión, un sentimiento. Y esto en tiempos de tanta pobreza intelectual en este largo otoño de hongos de rápida reproducción, es un milagro y da mucho gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario