domingo, 31 de diciembre de 2023

Alegría

Asistí hace unas semanas a la presentación de la revista La Madeja, monográficamente dedicada a la alegría, un temazo. Y, como no dejo nada quieto, sobre todo los pensamientos, reflexioné sobre ese estado en el que, como bien se dijo, no se tiene demasiada consciencia. Lo vives como si nada, y es cierto que la alegría, para mí muy relacionada con el bienestar, es lo natural, es volver al estado original, como una prenda recién planchada tras sacarla de la secadora.

Así que en esta reflexión comencé a enumerar un listado de esos momentos que son de alegría para mí y, por tanto, de bienestar. Unos son excepcionales y otros, la mayoría, de andar por casa: la comida familiar para celebrar el 80 cumpleaños de mi padre, acompañar a mi madre, como cada año, en el proceso de elaboración de tortas de recao y cordiales, tomarme una cerveza, soltar una carcajada con mis hijas o con los compañeros de trabajo, ver una serie o película con un buen guion (y dependiendo del día con guion malo), una ducha de agua casi hirviendo, quedarme en la cama en invierno y satisfacer todas mis necesidades fisiológicas.

Por tanto, el amor podrá estar en el aire, pero lo que verdaderamente pulula a nuestro alrededor, e incluso nos persigue como una sombra (pero de las buenas, de esas tan demandadas con cuarenta grados), es la alegría. Y no, no hace falta que sea Navidad, ni la fecha de tu cumpleaños, la alegría está en los gestos, en los pensamientos, en las miradas... No necesita planes ni calendario, pero es más habitual rechazarla por cercana, como quien deja de visitar el mar porque, al estar ahí al lado, ya irás en cualquier otro momento, o al apartar a quien más nos quiere porque, total, es de confianza y siempre perdona.

Por otro lado, una de las ideas que me ha aportado este número de La Madeja, revista feminista, es que la alegría procede de fuentes distintas según qué personas y, sobre todo, según qué edades. A las mujeres entradas en edad, el motivo de la alegría es levantarse sin un dolor, para otra puede ser tener todas sus facturas al día o quedar con un grupo de amigas para echar unos bailes o simplemente soltar unas risas.

Sin embargo, hay tantas razones para alegrarse a cualquier edad y en cualquier condición, incluida la religión que practiques, que resulta raruno que brote sin parar, como una fuente natural. Quizá sea, y esto ya son cavilaciones mías, que los problemas, las obligaciones, los compromisos y las tristezas tienen más peso o son más largas, como la sombra del ciprés (otra vez la sombra).

Por ejemplo, a mí me da alegría escribir sobre esto, por eso he decidido darme el gusto, porque darse gusto es una posibilidad que siempre está ahí y que, también siempre, da alegría. Sí, me da alegría la Navidad, pero sólo su anuncio, luego es todo exageración, gula, consumismo. 

Sin embargo, también creo que la alegría se despereza todo lo grande que es cuando se apaga o la tapa lo externo. A veces es únicamente una chispa que no enciende cerilla, otras hace lumbre; en cualquier caso, para encontrártela hay que estar siempre alerta, con todo abierto.

Así que hoy, último día de 2023, deseo mucha alegría en cualquiera de sus formas y apariciones, pero sobre todo, mucha consciencia para que no se escape ni esa chispa.


4 comentarios:

  1. Me encanta tú análisis y lo comparto totalmente. La alegría te sale al paso si estás abierto a ella, y te dejan, claro. A modo de anécdota, estando de paso por Burgos, entre en una tienda de recuerdos y observé colgado de una pared un baldosín en el que estaba escrito: "Hoy está siendo un buen día, seguro que viene alguien y lo jode". A buena entendedora, salud.

    ResponderEliminar
  2. Y yo que llevo pensando 50 años que soy una parte pequeña de tu alegría......

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Probablemente. Y brindo por otros 50!!!

      Eliminar